Recuerdas vívidamente el día en que anunciaste la gran noticia: te mudabas al extranjero para vivir una aventura increíble. Aún puedes ver el asombro, las miradas envidiosas y las felicitaciones sinceras y obligadas mezcladas. «¡Qué suerte tienes!», suelen exclamar tus amigos y familiares, casi en exceso, haciéndote sentir como si realmente poseyeras algo especial. Eres un expatriado. Pero, ¿qué piensa la gente cuando eleva a un expatriado a tales alturas? Entre sueños, ideas equivocadas y realidades, ¿ser expatriado te hace más guay?