A la hora dar el salto y empezar una vida en el extranjero, lo esencial es guiarse por la intuición y apostar por ir al país que siempre has soñado. El impulso que nos dará energía para llevar a cabo nuestro proyecto depende en gran medida de esa fuerza interior, ligada a nuestros deseos y anhelos. Pero no olvidemos la parte pragmática, analizar los detalles, ventajas e inconvenientes. Vayamos por partes.
Informarse
Parece obvio, sí, pero mejor empezar por ahí. Saber qué nos ofrece cada país, comparar los pros y los contras, conocer su cultura, son las premisas indispensables antes de tomar cualquier decisión. Interrogarse sinceramente sobre qué es lo que buscamos y cuáles son nuestra prioridades, nos puede ayudar a enfocar la búsqueda y es que es muy fácil desorientarse una vez entramos en la web.
El trabajo
Excluyendo a los millonarios y los que se han jubilado con una buena renta, el resto de mortales no puede eludir la necesidad de trabajar. La primera variable a resolver es el empleo. Si aún no tienes claro dónde irte a vivir, no es una locura investigar los destinos que mejores posibilidades de empleo te pueden ofrecer. Si tienes una profesión muy definida con un buen bagaje profesional, no querrás echar por la borda todos esos años de experiencia, busca los países en los que puede haber más demanda de un perfil similar al tuyo. Explorar tanto los portales y redes sociales dedicadas al empleo a nivel global como local, esto podrá darte una idea de donde hay más ofertas en puestos que te pueden interesar. Consulta también las páginas web de las compañías de tu sector, suelen publicar sus vacantes. Lee las guías sobre la búsqueda de empleo en el extranjero. Quien busca, encuentra.
El idioma
Instalarse en un país cuyo idioma nos es completamente desconocido es una de las decisiones más inconscientes y arriesgadas que un futuro expat puede tomar. Los obstáculos van a hacerse prácticamente infranqueables, las limitaciones van a ser innumerables. Las opciones de conseguir un empleo que corresponda a tus aspiraciones y competencias serán reducidas y la integración social, más allá de los círculos de personas de tu nacionalidad, será casi imposible. Únicamente si tienes un buen inglés y en el país al que vas es una lengua de uso podrás tirar para adelante. No todos los idiomas tienen el mismo grado de complejidad, pero no hay que soñar en adquirir una lengua en tres meses. Aislamiento, falta de adaptación y frustración son algunas de las consecuencias de no tener este factor en cuenta.
Covid
Tras la llegada de la pandemia y hasta que la situación sanitaria mundial consiga volver a la normalidad, las normativas de acceso a los países siguen estando en función del contexto sanitario. Antes de decidir el lugar al que quieres viajar, infórmate si las fronteras están abiertas a no residentes y cuáles son las condiciones. La forma más fiable es visitar las páginas de las embajadas de los destinos que te interesan, la web del ministerio de asuntos exteriores y de los consulados de tu país en los lugares a los que quieres viajar.
Choque cultural
No es una nimiedad pensar en si nos adaptaremos a la forma de vivir de otro país. Más allá de nuestro entorno familiar y cultural, los códigos pueden ser muy diferentes. En este sentido, es bueno preguntarse qué es importante para nosotros o las actividades que nos gusta hacer, entre otras cosas, e investigar a fondo cómo es la vida en aquellos países que despiertan nuestro interés.
Círculo de social de compatriotas
No es necesario que todos nuestros amigos en el extranjero sean de nuestro país, es más, seguro que muchos estamos más interesados en hacer amistad con personas locales o de otras nacionalidades. Sin embargo, puede resultar útil y reconfortante tener entre nuestras amistades otros compatriotas expatriados. Cada uno tiene un nivel de apego diferente a la comunidad expat de su país, pero no está de más guardar los vínculos. Las embajadas y consulados, las asociaciones y consejos de residentes, los círculos culturales o incluso bares y restaurantes son lugares donde podemos mantener la conexión con nuestro país y su gente.
El ocio
Piensa en lo que te hace feliz más allá del trabajo, qué es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre y considera esta variable en la elección de destino. Tu felicidad depende en gran medida de tu tiempo de ocio. Seas un loco del deporte, de la naturaleza o de la fiesta, infórmate al máximo sobre tus centros de interés allá donde tengas pensado ir. Si te gusta salir por la noche y acabas en un país o ciudad donde no hay vida nocturna, te vas a dar un poco contra las paredes.
El clima y horas de sol
Para una persona que viene de países cálidos vivir en el norte de Europa o en Canadá puede resultar una gélida experiencia. La falta de luz solar en invierno y el frío tienen un impacto mayor en nuestro humor, sobre todo si no se está acostumbrado. ¿Estás preparado para inviernos de más de 6 meses? ¿No ver el sol en semanas? ¿No poder pasear por la calle por el frío o el mal tiempo?
La distancia
Más lejos, más costoso será el viaje. La mudanza también será más compleja, sobre todo si tienes que llevar contigo a la familia. Una vez allí, te será también más complicado poder visitar a tus parientes y amigos. Muchas veces no nos queda otra que cruzar un océano para poder realizar nuestro sueño, lo importante es asumir las consecuencias de esta distancia.
Los hijos
La capacidad de adaptación suele menguar con la edad, es por eso que en principio los niños y adolescentes suelen ser más dúctiles y aceptar mejor un cambio de entorno. Esto no significa que no tengamos que valorar qué destino puede ser más propicio para la felicidad de nuestros hijos. El sistema educativo educativo del país, la lengua y el grado de libertad del que van a poder disfrutar en la ciudad en la que vas a instalarte son elementos mayores para su adaptación.