
Luces en las calles, niños de vacaciones, Tiendas abarrotadas de personas comprando y el trasiego de viajeros en los aeropuertos… si ¡ Ya ha llegado Navidad! Navidad es una de esas épocas del año que es fácil encontrar personas que les encanta y otras que la detestan, a partes iguales. Y si además, vives en el extranjero, a esto se suma que puedas atravesar por un período transitorio en el que experimentas unas ganas repentinas de volver a casa, a las comidas caseras, la familia y las fiestas tradicionales, aunque es también posible que no te guste nada esta época del año y desees entrar en un “letargo de oso” desde el 01 de Diciembre hasta el 08 de Enero. Ambas opciones son posibles… e incluso, una especie de “más difícil todavía” sientes que una parte de ti quiere volver a casa por Navidad pero otra parte de ti sólo pensarlo le produce un gran malestar. ¿Cómo es esto posible?
Navidad es un periodo de tiempo en el año muy especial. En un breve tiempo, hay visitas, muchos eventos sociales y de nuevo despedidas para la mayoría de expats que vuelven por Navidad a sus países de origen. Desde un punto de vista psicológico, volver a casa por Navidad, entraña grandes desafíos a los que (de nuevo) nos podemos sentir que tendremos que enfrentar: conversaciones incómodas con algún familiar, comunicar alguna noticia que nos resulta desagradable, enfrentar la complejidad de algún conflicto familiar o incluso, sentir que aunque volvemos a casa, nos sentimos “muy poco de esa casa”.
Durante el resto del año, viviendo como expat en cualquier parte del mundo, la distancia y lejanía nos protege de tener que enfrentar situaciones familiares quizás no resueltas y/o conflictivas. Al volver, con la llegada de estas fiestas, volvemos a entrar en contacto con estas situaciones y a experimentar cierta ansiedad anticipatoria los días previos, dificultades para dormir y cierta intranquilidad que puede verse agravada a medida que se acerca la fecha de vuelta.
Otras personas, en cambio, viven los días previos a la partida con gran ilusión y alegría, imaginando las escenas de reencuentros familiares o con amigos, volviendo a probar las comidas de casa o paseando por las calles de su ciudad.
En cualquiera de los casos en los que te encuentres, por mi experiencia como psicoterapeuta de personas Expat, el momento de visita a casa es un momento delicado y el de vuelta diría “especialmente delicado”.
Cada año, después de estas fiestas, la consulta se llena de relatos de pacientes que si bien, han vivido momentos muy agradables en su vuelta a sus casas, también otros difíciles y muy complicados. Esta ambivalencia en las experiencias, con emociones sentidas tan diferentes, puede llevar a la persona a sentirse profundamente desorientada, confundida y aún con mayor sensación de desarraigado de lo que quizás ya se sentía antes de subirse a un avión rumbo a casa.
Si vives n el extranjero y vuelves a casa por Navidad, te dejo algunas recomendaciones que quizás puedan ayudarte a gestionar diferentes emociones hasta la vuelta a tú casa en el país en el que vives ahora.
Los conflictos interpersonales forman parte de la naturaleza humana
Si tienes un conflicto abierto con algún familiar o amigo, ese conflicto va a seguir ahí cuando vuelvas a casa.
Recuerda que quien se fue de casa fuiste tú. El conflicto no se fue a ningún lugar. Simplemente te esperará ahí para cuando vuelvas.
Por otro lado, los conflictos forman parte de las relaciones personales. Es imposible que no los hayan en mayor o menor medida. Por lo tanto, quizás lo más adecuado sería asumir esto y no intentar resolverlo completamente en el tiempo que estés. Rebaja esa expectativa. Si llega el momento de afrontarlo, toma aire, respira y trata de mantener una comunicación lo más abierta posible con tú interlocutor teniendo en cuenta que, quizás ese conflicto no se resuelva pero algo puede mejorar (quizás entender la otra parte aunque no la compartamos es lo más cerca que estaremos a la idea de resolverlo).
No sentirse tan “en casa”
El sentimiento de no sentirse tan en casa siendo que volvemos a casa es uno de los sentimientos que más he escuchado en consulta. Aquella ilusión con la que llegamos se estrella con la emoción de “ya no me siento de aquí” que puede aparecer en alguna reunión familiar. No te preocupes. Ese es uno de los sentimientos más comunes. Tú vida (y junto a ella tú identidad) ha ido evolucionando a medida que han pasado los años viviendo en el extranjero. Es absolutamente normal, volver a sentarse en la mesa de la comida de Navidad, con las mismas personas, la misma comida, realizando las mismas tradiciones familiares, y aún así sentir dentro de nosotros/as que ya nada es igual, y es que efectivamente, ¡nada ya lo es¡
Tú no eres exactamente la persona que se fue de esa casa a vivir al extranjero, tus familiares tampoco…
Volver a casa es una especie de “volver al pasado”.
En este caso, es importante que recuerdes que aunque las cosas hayan cambiado en casa, tú sigues de alguna manera vinculado a ese sitio y a esas personas. Los vínculos se transforman, evolucionan y aunque no estemos en la vivencia de un cotidiano allí podemos seguir sintiéndonos de allí (y seguramente también un poco de la cultura en la que actualmente vivimos).
Entender esta ambivalencia como algo natural resultado de un proceso migratorio es clave.
Muchas emociones en poco tiempo y volvemos a nuestra vida
¡Así es! Una vez escuchaba a una paciente como relataba su visita a casa de sus padres por Navidad. Me contaba que cuando vivía en Londres, sentía que vivía en una película en la que era la protagonista principal y al llegar Navidad y volver a España, sentía que saltaba a otra película, una muy antigua, dónde ella no era la protagonista, existían otros personajes principales junto a ella, y todos se relacionaban repitiendo un guión con unos diálogos antiguos, en bucle, como si se encontrara en un eterno bucle como Bill Murray en la película “Groundhog Day”.
Busca un espacio seguro para regularte
Entre tantos eventos familiares, reuniones y compromisos sociales… es importante encontrar un espacio seguro para poder tomar aire y regularnos si nos sentimos muy abrumados o emocionalmente desbordados. Yo lo denomino “refugio”. Este espacio te permitirá “entrar y salir” de las escenas sociales para sentirte en calma y poder autorregularte emocionalmente. Algunos ejercicios como lavarte la cara con agua fría, realizar un patrón de respiración lenta y profunda o incluso salir a dar un pequeño paseo puede ayudar a tú sistema nervioso a relajarse y activar el sistema nervioso parasimpático.
Asimismo, repetirte alguna frase de autoafirmación del tipo “Estoy bien. Estoy seguro.” puede ayudar a mantener la calma y bajar la activación del sistema de supervivencia o alerta sobre todo en ambientes familiares más hostiles o conflictivos.
Recuerda, cuidarte emocionalmente en Navidad para volver después de fiestas a la rutina con una buena salud mental es fundamental.
¡Feliz Navidad para todos/as¡


















