Carolina es una joven mexicana recién casada con un expatriado japonés. Ahora planea su nueva aventura en pareja en el país del sol naciente. Nos habla de los retos, sobre todo culturales, que supone para una latina irse a vivir al extremo oriente.
Preséntate, háblanos de tu situación actual.
Mi nombre es Carolina actualmente vivo en Ciudad de México hace poco más de un año deje mi trabajo por tema de pandemia (trabajaba en un hostal en donde casualmente conocí a mi hoy esposo) después de dejar mi trabajo me dedique a viajar con mi marido (en ese momento mi apenas novio) ya que soy una persona super trotamundos, no me gusta estancarme en un lugar cuando hay un mundo entero por conocer y es lo que he hecho desde que tengo 21 años. Trabajo un periodo muy largo, ahorro, y viajo, he vivido en Canadá, y visitado varios países, pero nunca japón, así que digamos que los choques culturales no son algo nuevo para mi pero definitivamente Japón y los países del oriente están un poco fuera de mis estadística.
¿Cómo se plantea tu futuro próximo?
Me he casado con un japonés, es algo hermoso, a pesar de que el idioma aunque es una barrera por el momento no significa que nos limitamos a expresarnos como queremos, utilizamos el inglés como idioma puente y yo estoy estudiando japonés y el español. Valoro mucho el hecho de tener una nueva familia en un país oriental, y me siento muy afortunada ya que por lo que sé japón es un país en donde la familia es muy importante. No he conocido a su familia aún pero recientemente él se ha ido a tramitarme la visa (ya que por la pandemia no pueden entrar turistas) así que con la visa podré entrar Japón ya como su esposa. Ahora que está en japón nos llamamos diario y he podido conocer a su madre que es super linda, solo tengo un cuñado y por ello mi suegra siempre anhelo una hija así que me quiere consentir demasiado, ir de compras juntas, manicuras y cosas de chicas que me inundan la cabeza de alegría ya que no sé cómo nos vamos a entender (ni yo hablo aún japonés ni ella español o inglés).
¿Qué te ha contado tu marido sobre cómo es la vida allí?
Algo que me ha contado mi esposo, es un tema que genera mucho conflicto en muchísimos países. Cuando un estudiante termina una carrera, la oferta laboral está abierta en todos lados ya que las empresas quieren gente recién egresada y no exigen cosas típicas que pueden pedir en otros países. Es muy difícil que te despidan, son muy puntuales por lo que los bonos de puntualidad no existen. Lo que no me gusto tanto es que mucha gente está acostumbrada a ese ritmo de vida y no salen de su trabajo, mi suegro por ejemplo trabaja más de 15 horas diarias y no le gusta tomar vacaciones, me da tristeza porque por el modo en que han crecido, tiene la puerta mental cerrada a un poco diversión o un viajecito... en conclusión la vida es trabajo y esclavizarse para tener un buen puesto, pero en mi opinión se pierden mucho de vivir y entiendo porque hay mucho suicidio en el bosque Aokigahara, la presión social debe ser muy dura.
¿Qué retos tendrías que afrontar una vez allí?
Sin duda mi primer reto es aprender el idioma a nivel casi nativo y estoy muy entusiasmada por dejarme fluir y de a poco empezar a darme cuenta que ya lo estoy hablando. Mi segundo reto sería encontrar un trabajo, aunque no hablo el idioma aún soy super positiva y hay infinidad de cosas que puedo hacer, en algunos trabajos no se requiere mucho hablar, en otros puedo usar mis habilidades con los otros idiomas que manejo (francés, inglés y un poco de alemán) así que no me desanimo, sé que puedo encontrar algo para mí. Mi tercer reto sería empezar a hacer un pequeño patrimonio, si bien mi idea es seguir viajando por lo menos ahora que tengo la fuerza de mi aún juventud quiero poder junto con mi esposo hacernos de un patrimonio no necesariamente en japón, derivado de mis vivencias, hemos planeado vivir en canadá o algún otro país pero ese reto es a largo plazo
¿Qué cosas estás conociendo de la cultura japonesa?
Algo que me impresionó mucho descubrir de la cultura es que yo tenía una idea de que los japoneses son muy amables, pero el sentido de amabilidad va dirigido de una manera diferente dependiendo la relación que tengas con la persona. Me pasó que una vez viajando por Chiapas México, hicimos un voluntariado en una montaña llena de perritos y la señora que cuida de los animales es algo robusta y joven, aún menos de 40 años y bueno para el alimento de los canes era necesario bajar y subir la montaña para acarrear los mismos, bueno una montaña no tiene escaleritas y con ese número de perros ya te imaginas cómo era subir con la carne y croquetas. Un día vi llegar a la mujer y ella me gritó que le ayudara. Yo soy una chica que pesa 42 kilos, soy super delgada y bueno subir una bolsa de carne cruda no fué fácil, mi novio nos vió a ambas a menos de mitad del camino (no quiero sonar grosera o ruda, pero creeme ella no necesitaba ayuda porque está acostumbrada a hacer eso diario) y en vez de ayudarme a mí corrió a ayudarle a ella, yo apenas y podía con mi alma, y la verdad como decimos aquí en méxico me saque de onda osea. No me cabía en la cabeza que no me ofreciera su ayuda y cuando subio a dejar la comida yo le grité que me ayudara pero le siguió ayudando a ella. Yo le pregunte que porque no me ayudo (estoy acostumbrada a que mi pareja me heche una mano en cosas físicas que me pueden ser difíciles de hacer) y él me dijo que en su cultura ser pareja significa ser uno solo por lo que las personas externas, nuevos amigos o conocidos son prioridad y que siempre hay que ayudar a los demás. Claro que lo entendí, a su modo de ver pero fue complicado acostumbrarme a ello.
Definitivamente no es bueno generalizar aunque en su mayoría pueden ser amables, ya caí en cuenta de que con la pareja se manejan diferente. Sin duda como en todo el mundo no siempre las cosas que leemos o vemos en el internet son totalmente ciertas, hay que dejar una balanza abierta en nuestras mentes cuando empezamos a conocer otros países , otras personas... como consejo, no hay que tomarse las cosas demasiado personales ya que ello puede traernos problemas existenciales que sinceramente no vale mucho la pena. No hay que tener miedo a vivir, a viajar y conocer, sin duda no hacerlo no te quita nada pero viajar es eso que puedes comprar y que nadie te lo va robar, los recuerdos, personas que conocemos, lugares que visitamos son de nosotros y de nadie más.
