Muchas personas deciden cambiar de carrera cuando su trabajo actual ya no les satisface o cuando quieren encontrar un propósito en su vida profesional. Algunos deciden dar el salto al trasladarse al extranjero, por elección, por necesidad o por casualidad, simplemente siguiendo las oportunidades que surgen. Expatriados que han cambiado de profesión nos cuentan su experiencia.
¿Por qué se cambia de profesión?
Cambiar de carrera significa cambiar de trabajo o de estatus profesional. Puede ser un cambio radical que también afecte a la vida personal, especialmente en el caso de alguien que se traslada al extranjero.
Los motivos que llevan a cambiar de profesión en el extranjero son diversos. A veces surge por necesidad, por ejemplo, cuando el sector está saturado, cuando un puesto de trabajo ya no está disponible o cuando las aptitudes de uno no son solicitadas en el país de acogida. Pero a veces, un cambio de carrera puede ser simplemente el resultado de un deseo real de cambio, un impulso de seguir adelante y adquirir nuevas habilidades, o la voluntad de ganarse la vida a través de una pasión.
A menudo, los más jóvenes deciden cambiar de profesión porque optaron por un camino al azar en un momento en que no sabían lo que querían hacer o ser. Y vivir en el extranjero abre puertas, sobre todo lingüísticas, pero no sólo. Encontrará expatriados que se convirtieron en profesores de idiomas o traductores por pura fuerza de las circunstancias. Otros sólo descubren en el extranjero que sus competencias están muy solicitadas y que ésa podría ser su trayectoria profesional absoluta, aunque su nuevo puesto parezca alejado de su campo inicial de especialización o estudios.
Los expatriados y sus experiencias de cambio de carrera
¿Quién mejor que los propios expatriados para hablar del cambio de profesión en el extranjero?
Daphne quería ser cualquier cosa menos profesora y, sin embargo, acabó en esta carrera. "Acababa de regresar de un año en Grecia tras haber conseguido una beca para escribir. Era, por tanto, una forma de "volver a la realidad" después de pasar un año fuera de este mundo en la isla de Ítaca. Elegí tres ciudades: París, Roma y Londres, para buscar un trabajo "de verdad". Al final, me contrataron como ayudante de alumnos discapacitados en una escuela internacional de Londres. No tenía formación, y el primer mes del periodo de prueba consistió únicamente en mostrar interés, empatía y sentido común. Los alumnos y el personal me conquistaron por completo. Poco a poco, estos alumnos con perfiles atípicos me demostraron que la profesión de profesor podía ser extremadamente creativa. Se trata, sobre todo, de transmitir conocimientos y compartir experiencias. Esto no es en absoluto lo que había imaginado cuando estudiaba literatura". Hoy, Daphne es su propia jefa, al frente de una empresa a través de la cual imparte cursos y talleres de expresión artística al tiempo que se esfuerza por conservar algunas horas para dar clases de escritura. "Disfruto entrenando a la gente y compartiendo mi pasión de esta manera". Daphne ha escrito novelas y ha creado su centro en París.
Patricia, otra expatriada, simplemente cambió la asignatura que solía impartir. "Tengo la suerte de haber podido seguir enseñando. Sólo cambió la asignatura. Ahora doy clases de francés, mientras que en Francia enseñaba economía". Cuando se trasladó a Estados Unidos, pensó que sus conocimientos de economía y su dominio del inglés no estarían a la altura de los profesores estadounidenses. "Así que opté por enseñar francés como lengua extranjera, además de francés comercial. Esto me dio una ventaja significativa sobre los profesores estadounidenses". Ésta es, en efecto, una de las maneras en que un expatriado puede adaptarse durante un cambio de carrera.
Parenga, expatriado francés en Estados Unidos, ha cambiado varias veces de profesión al moverse por el mundo. Nos habla de su experiencia atípica. "La razón principal es que siempre seguí a mi mujer en sus estudios/trabajo y, por tanto, en sus aventuras en el extranjero. El trabajo que tenía en Francia no se adaptaba a Estados Unidos (soy funcionario), así que para mí era necesario cambiar de carrera si quería seguir trabajando en el extranjero. En mi caso, mi trabajo en Francia es un trabajo de pasión, lo que hace las cosas quizá un poco más difíciles". Parenga tiene un título técnico que obtuvo hace más de 20 años, un curso inacabado de historia y una formación profesional que sólo tenía sentido en su anterior trabajo. "Básicamente, mis estudios y mi experiencia en Francia no sirven para nada en Estados Unidos. Así que, haga lo que haga, tengo que empezar de cero. En Estados Unidos trabajé unos meses como técnico de sistemas de seguridad. Es un trabajo que hice durante mi primer traslado a Nueva Zelanda, hace 15 años. También he sido entrenador de tenis durante varios años. En Nueva Zelanda, fui paisajista y técnico de seguridad. Hoy, tras una nueva mudanza y debido a obligaciones familiares, voy a cambiar de profesión una vez más".
Consejos para cambiar de profesión en el extranjero
¿Cómo cambiar de profesión sin problemas siendo expatriado? Parenga da algunos consejos muy útiles. "No tengas miedo de intentarlo, el fracaso es posible, pero hay que utilizarlo para avanzar. Sé humilde. Cuando llegas a un país nuevo, cuando no dominas el idioma y cuando estás en medio de un cambio de carrera, tienes que estar preparado para empezar de nuevo". Aunque cree que esto no siempre es fácil, teniendo en cuenta su edad, Parenga insiste en que forma parte del proceso. "Por ejemplo, en mi caso, tenía una carrera floreciente en Francia, con la posibilidad de trabajar en departamentos prestigiosos y estar a cargo de expedientes importantes, pero todo eso no importa cuando tienes que empezar de cero. Durante mis estancias en varios países, tuve que aceptar que personas 20 años más jóvenes que yo me dieran órdenes. Cuanto mayor te haces, más difícil puede resultar". En su opinión, la clave del éxito es trabajar duro. "No hay ningún secreto, nadie vendrá a buscarte y nada te caerá del cielo. Retoma tus estudios o fórmate: cuanto más sólida sea tu formación, más fácil será. Por supuesto, es difícil volver a estudiar a partir de cierta edad, y la vida familiar puede hacer que te falte tiempo, pero si tienes el valor de ir a por ello, puede suponer una gran diferencia en tus planes profesionales. Pase lo que pase, hay que seguir sonriendo y mantenerse positivo. Habrá altibajos, momentos en los que las cosas no irán como tú quieres y a veces te sentirás deprimido, pero así es para todo el mundo. Así que hay que mantener las cosas en perspectiva". Mudarse al extranjero es, sin duda, un reto, pero también lo es cambiar de carrera. Pero para Parenga, si eres capaz de combinar ambas cosas, es imposible que no tengas éxito.
¿No es inspirador? Efectivamente, mudarte al extranjero puede abrirte a trabajos que nunca habrías imaginado hacer. Cambiar de país y conocer nuevas culturas forman parte del juego, pero también pueden animarte a aceptar nuevos retos, sobre todo profesionales.