Calidad de vida de los expatriados: qué ha cambiado con la pandemia

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Publicado el 2021-11-02 a las 10:02 por Asaël Häzaq
"Bienestar", "calidad de vida", "serenidad" y otros factores de "desarrollo personal" son algunas de las principales preguntas que se hacen los expatriados y futuros expatriados en estos tiempos de reapertura de fronteras. A menudo se asocian a un mayor deseo de naturaleza, de aire libre, de placeres sencillos. Pero, ¿ha cambiado la calidad de vida desde la pandemia? ¿A qué aspiran ahora los expatriados?

La percepción de la felicidad en el mundo

La pandemia ha tenido un impacto innegable en la calidad de vida de la mayoría de los países. Antes de estudiar las consecuencias de Covid-19 en la felicidad mundial (el informe se publicará el año que viene), Pierre Le Roy, antiguo asesor del Ministerio de Agricultura francés, analiza la situación actual. Según él, el índice de felicidad mundial ha aumentado un 27% desde el año 2000. Sin embargo, es lógico que las cifras desciendan considerablemente con la pandemia y las restricciones actuales. Creado con carácter voluntario en la década de 2000, el Índice Mundial de Felicidad pretende superar los límites del PIB, que sólo evalúa la riqueza producida por un país sin tener en cuenta el medio ambiente, la calidad de vida, la democracia, la libertad de prensa, etc. La ONU y la OCDE se centran más en la calidad de vida. En el último informe mundial publicado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, la ONU se pregunta por el bienestar subjetivo y sitúa a Finlandia como "el país más feliz del mundo". Le siguen Dinamarca, Suiza, Islandia y los Países Bajos. No es de extrañar que los países escandinavos encabecen la clasificación. El índice de Pierre Le Roy es bastante similar. Por el contrario, los países política y económicamente inestables, con un control estatal muy estricto, ocupan los últimos puestos de la clasificación. Por ejemplo, Rusia ocupa el puesto 76 y China el 84. Por tanto, está claro que la pandemia no es la única responsable de estas malas clasificaciones, pero sí empeora las cosas. La pandemia de Covid-19 ha cuestionado el ecosistema de poblaciones enteras.

¿Cuál es el impacto en la calidad de vida?

En 1993, la OMS definió la calidad de vida como "la percepción que los individuos tienen de su lugar en la vida, en el contexto de la cultura y el sistema de valores en que viven, en relación con sus objetivos, expectativas, normas y preocupaciones". Se trata, pues, de un concepto muy amplio en el que pueden influir de forma compleja la salud física del individuo, su estado psicológico y su nivel de independencia, sus relaciones sociales y su relación con los elementos esenciales de su entorno".

Los criterios objetivos, como el PIB per cápita, la esperanza de vida saludable, la tasa de mortalidad, la tasa de suicidio, el acceso a la sanidad, etc., se integran por tanto en el concepto de calidad de vida: la sensación de bienestar, la paz, la buena salud psicológica. Sobre este último punto, los expatriados son, paradójicamente, bastante optimistas. Según informes recientes de los medios de comunicación, dos tercios de los expatriados creen tener una buena calidad de vida. Los expatriados más satisfechos viven, como es lógico, en los países escandinavos, pero también en el sudeste asiático, Australia y Canadá. Estaban bien integrados en su país de adopción antes de la crisis sanitaria mundial, y siguen viviendo allí y disfrutando de su entorno vital de otra manera. Obviamente, Covid-19 ha tenido efectos, incluso negativos. Sin embargo, los expatriados han aprovechado la oportunidad para apreciar su vida, establecer nuevos objetivos y redescubrir su país de acogida.

Redefinir las relaciones con el trabajo, el espacio y el tiempo

No siempre es fácil apreciar tu calidad de vida cuando el trabajo ocupa la mayor parte de tu tiempo. El cierre global sin precedentes de marzo de 2020 obligó al mundo a ralentizar repentinamente; la vida casi se paralizó. Las consecuencias fueron, entre otras, el desempleo técnico, la pérdida de empleo, la sensación de pérdida de control y la incertidumbre que genera ansiedad, enfermedades mentales (o el agravamiento de éstas). El cataclismo sigue sacudiendo a las poblaciones de todo el mundo. El personal sanitario soporta una pesada carga, y los profesionales están aumentando el número de teleconsultas. El mundo intenta volver a la normalidad con la esperanza de redefinir su relación con el trabajo, el espacio y el tiempo. Los individuos se están reapropiando de su entorno inmediato para valorar mejor su relación con lo material.

Paradójicamente, la pandemia ha sido un motor para muchos. Según Forbes, 1 de cada 4 estadounidenses se está preparando para cambiar de trabajo. Para ellos, la crisis actual es una oportunidad para cambiar de trabajo, desafiarse a sí mismos e impulsar su carrera. La pandemia de Covid puede ser, pues, un trampolín para aprovechar nuevas oportunidades, realizar un proyecto de vida, descubrir y apreciar el trabajo a distancia, organizar la vida de forma diferente o emprender un negocio. El trabajo se integra ahora en todo un concepto de "acercamiento al entorno". La gente quiere escapar del estrés y dedicar más tiempo a su propio bienestar y al de sus seres queridos.

Redefinir su relación con la naturaleza

El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, sacó sus primeras conclusiones ya en mayo de 2020. "La pandemia nos recuerda que la humanidad y el planeta tienen una relación íntima y delicada. Todos los esfuerzos para hacer nuestro mundo más seguro están condenados al fracaso si no abordan la interfaz crucial entre los seres humanos y los patógenos y la amenaza existencial del cambio climático, que hace que nuestro planeta sea menos habitable".

Como la calidad de vida también depende del estado del planeta, se multiplican las iniciativas individuales y colectivas para preservar la naturaleza. La pandemia ha sensibilizado sobre la interdependencia de los individuos. En Kenia, la empresa Koko fabrica bioetanol -combustible ecológico- para que los habitantes abandonen la madera, un combustible tradicional muy utilizado para cocinar. Sin embargo, todo el continente africano está amenazado por la deforestación. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) promueve este enfoque, que podría reducir las emisiones contaminantes entre un 40 y un 60%. También en Kenia, la empresa Asobo alquila motores eléctricos a los pescadores. El objetivo es dejar de usar combustible y preservar el lago Victoria, la segunda reserva de agua dulce del mundo, donde están amenazadas unas 200 especies de plantas y animales. Marruecos pretende aumentar su producción de energías renovables del 11% en 2019 al 40% en 2035. La calidad de vida también depende de una mejor calidad del medio ambiente.

Mejores relaciones con uno mismo y con los demás

La crisis sanitaria ha obligado a los individuos a sustituirse a sí mismos, dejando de considerarse como un todo para convertirse en los eslabones de una cadena. La fuerza de la cadena depende de la fuerza de cada eslabón. El deporte, la alimentación equilibrada, la relajación, la jardinería, etc., han cobrado importancia, y el tiempo se ha vuelto precioso. Todo el mundo aprovecha su nueva forma de gestionar el tiempo para interactuar mejor con los demás. Tanto los expatriados como los lugareños redescubren su entorno inmediato. Es una oportunidad para aprender más sobre su propia cultura y la de los demás. La convivencia se vive a diario, en llamadas telefónicas, videoconferencias con familiares, contactos con vecinos, voluntariado, etc. Todas estas acciones cotidianas, que a menudo se realizan sin reparar en ellas, contribuyen al bienestar y mejoran la calidad de vida.

La calidad de vida se aprecia cada día. Sin embargo, la sobreabundancia de información que induce a la ansiedad tiende a ahogar los sentimientos propios de cada individuo. Este es un ejemplo de la sensación de inseguridad que sienten las poblaciones que, objetivamente, admiten no estar sometidas a ninguna situación de inseguridad. Dar un paso atrás permite a menudo mirarse a sí mismo y a su entorno desde otro ángulo, lo que permite redefinir un proyecto de vida, plantearse una mudanza al extranjero o vivir la vida de expatriado de forma diferente, recuperarse profesionalmente, ganar en serenidad.