Desafíos mentales de la expatriación

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Publicado el 2021-05-12 a las 13:18 por Expat.com team
Romina Ciccarelli, psicóloga argentina expatriada en el Reino Unido, comparte con nosotros sus reflexiones en torno a los desafíos mentales que representa el hecho de vivir en el extranjero. 

En Argentina trabajé con expatriados de USA residiendo y trabajando en Argentina con altos niveles de ansiedad. Asimismo, y aunque parezca paradójico, la vivencia de expatriado también puede vivirse mudándose de una provincia a otra, aunque se permanezca en el mismo país. También recibí pacientes en estas condiciones.

Una vez instalada en Reino Unido empecé a recibir las consultas de expatriados Argentinos viviendo en Australia, Holanda, Corea, Reino Unido, USA, Paraguay; también tengo pacientes de Grecia, Polonia Francia y España expatriados, viviendo en UK. 

Con el estallido de la pandemia, trabajé en paralelo con la embajada de Argentina en en el Reino Unido, asistiendo a las personas varadas con motivo de la suspensión de vuelos.  Imposibilitadas de regresar a Argentina, esto les generaba sensaciones diversas y potenciaba su angustia. Ofrecí apoyo emocional y seguimiento hasta que llegaron a nuestro país nuevamente. 

Para los que van a emigrar, aconsejo tener en cuenta que los síntomas físicos pueden ser diversos y que situaciones hasta ese momento nunca experimentadas, puedan aparecer:  insomnio, irritabilidad, condiciones gastrointestinales, cansancio, etc.  Se debe estar preparado para síntomas atípicos y consultar a un médico clínico para descartar que esos síntomas físicos sean de origen orgánico y no emocional.   

Como argentina viviendo fuera de mi país, he de decir que planeamos con la familia mudarnos con esperanza y alegría, pero el hecho de aterrizar en un país completamente ajeno y con muchas decisiones por tomar fue estresante. Había una cascada de condiciones que debían darse para que el proceso de instalarse fuera siguiendo su curso, y encontrarse con la incertidumbre de no poder tenerlo bajo control es suficiente para desencadenar sensaciones varias.  Hay que flexibilizar los patrones de pensamiento, explorar alternativas y estar listos para que lo que se haya planeado previamente pueda ir en la dirección completamente opuesta.  Debemos confiar en las herramientas y estrategias propias, y permanecer con la certeza de poder resolver la situación o al menos saber buscar ayuda en quienes hayan vivido algo similar y puedan guiarnos en el camino de mudarnos a una cultura nueva por completo.  

Ya sea por motivos personales, laborales o económicos, muchas veces la vida nos lleva por rutas alternativas.  Una de ellas es la de tener que dejar el país que nos vio nacer y crecer para comenzar una nueva etapa en alguna tierra que por cercana que sea, nunca será la propia.  

Emigrar puede darse tanto de manera apresurada o largamente planeada y con alegría. Pero, ¿Qué implica para nuestra mente y nuestro cuerpo hacer ese movimiento?

En el imaginario social se suele asociar al estrés con un evento negativo.  Sin embargo y paradójicamente, las situaciones felices y prometedoras también lo pueden generar.  Emigrar conlleva un sinfín de posibilidades y eventos para los cuales nuestra mente puede no sentirse preparada. Es entonces que se inunda de ansiedad por no poder anticipar respuestas, ya que carece de experiencias similares previamente vividas a las cuales ir a ‘buscar' material.  

El temor de sentirse fuera de control y con incertidumbre, son características comunes a los cuadros de ansiedad en particular cuando se trata de instalarse en  otro país, lo cual implica la preocupación por lo desconocido y de que algo malo suceda.  Esos pensamientos que nos asaltan acerca del cómo, dónde, con quién, etc generan emociones negativas que nos motivan a tener conductas que pueden ser nocivas para nuestro cuerpo.  

La ansiedad en sí misma puede causar dolores de cabeza, acelerar el ritmo cardíaco, dificultar la respiración, generar un aumento de la temperatura corporal, etc.  Esto es muy habitual durante la mudanza, pero también meses previos, donde debemos encargarnos de cuadrar fechas, empacar, cuidar el presupuesto, despedirnos de quienes amamos etc. Sentimos que debemos organizar cada detalle y estar altamente funcionales, pero puede suceder que nuestra maquinaria se desestabilice ante tanta presión.

Algunos síntomas producto de esa desestabilización también pueden ser: colon irritable, estreñimiento, diarrea, ardor estomacal, reflujo; podemos estar insomnes, -aunque nunca nos haya pasado antes-, irritables, etc.

Ya ejecutado el desembarco en tierras extrañas y una vez instalados, parte de esa nebulosa se va disipando, pero también cede la adrenalina que nos sostenía.  Es entonces cuando podemos empezar a sentirnos cansados, tristes, con poca capacidad de concentración y con dolores musculares, entre otros.  En todos los casos, lo más aconsejable es consultar al médico clínico para descartar cuestiones orgánicas.

Habiendo hecho la consulta pertinente y confirmado que no es una enfermedad física, debemos proponernos reducir nuestros niveles de ansiedad.  Así el organismo responde adaptativamente, disminuye el malestar y sus efectos en nuestra vida cotidiana. 

Nótese la importancia del ‘hacer' como factor principal para quitarle protagonismo a la ansiedad ¿Qué puedes realizar para sentirte mejor en el momento en que las preocupaciones gobiernan tu cabeza? Salir a caminar, dar una vuelta en bici, cocinar, hacer jardinería, hablar por teléfono… por banal que parezca, cualquiera de estas sencillas ideas nos remueven del túnel en el que nos encontramos sin salida ante la duda de cómo será nuestro futuro en el país que nos acoge. 

Otra opción es intentar implementar la técnica Apple para lidiar con pensamientos negativos. 

𝐴𝑑𝑚𝑖𝑡e: La presencia de esa incertidumbre porque te vas. Registra esa preocupación que aparece en tu mente y proponete debilitarla. Exploraste todas las opciones, y te has decantado por irte a un nuevo país. No te castigues por ello y apuesta tu energía en instalarte.

𝑃𝑎𝑢𝑠a: La reacción de siempre (llanto, ira, frustración). Trata de no reaccionar en absoluto. Frena y respira.  Todo tomará el tiempo necesario y eventualmente estarás bien.  No puedes anticipar lo que aún no conoces. 

𝑃𝑟𝑒𝑠é𝑟𝑣𝑎𝑡𝑒: En un diálogo interno. Recuerda que es tu preocupación tomando la palabra, y esa necesidad de garantías en un nuevo lugar no es útil, posible ni constructiva.  Es 𝑠ó𝑙𝑜 un pensamiento automático que surge ante la ansiedad de un escenario completamente nuevo.

𝐿𝑖𝑏𝑒𝑟a: Ese pensamiento. No tienes que responder le de ninguna manera. Podrías hasta imaginarlo alejarse flotando en una burbuja.

𝐸𝑥𝑝𝑙𝑜𝑟a: El momento presente. Porque aquí y ahora, todo está bien. Nota tu respiración. Mira a tu alrededor y fíjate qué ves, qué escuchas, qué puedes tocar y oler. ¿Listo? Ahora lleva tu foco de atención a otra cosa, a lo que tienes que hacer o a lo que estabas haciendo antes de la invasión. Y regálale tu atención completa. Full mind.

MBPsS Romina Ciccarelli