Soy colombiana. viajamos desde Bogotá, mi esposo, mi hija, mi perro y mi gata; todo fue sencillo, tuvimos un par de pequeños impases: el primero, partiendo de Bogotá, porque, tras haber recibido indicación de poder llevar a Pelusa (nuestra gata) en cabina, ya en el abordaje nos dijeron que no era posible y nos querían vajar del avión, pero alguien se ofreció a ubicarla en bodega, así que procedimos a darle una pastillita para tranquilizarla un poco. Luego, en Madrid olvidaron etiquetar los guacales con el destino y pues casi no nos entregan a los chiquitos en Amsterdam, pero finalmente todo salió bien. Se adaptaron pronto y ahora están felices en nuestra casa. Humo, nuestro perro, al principio se mostraba un poco asustado, creo que un poco como yo, pero nos vamos acoplando; nuestra hija entró muy rápidamente a una escuela con grupo especial para recién llegados, va muy bien con su holandés. La gente ha sido amable y el país es hermoso, tranquilo. Nos encantaron todos los pájaros que vimos, los muchos gatos en todas partes, los canales, los árboles sin hojas, con flores, con retoños, con hojas, con hojas doraditas, y de nuevo, ya casi sin hojas. Nos gusta mucho poder ir en bici a cualquier parte, con confianza. Por ahora, yo estoy aprendiendo inglés y desde hace muy poco algo de holandés, apliqué a una universidad, en la que me admitieron, pero no me dieron una beca, lo que me imposibilita entrar, por ahora. Mi esposo está haciendo su doctorado en Delft, un pequeña ciudad, cercana a Voorburg y La Haya, donde vivimos.