Nomadismo digital: La realidad más allá de los sueños

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Publicado el 2023-10-01 a las 13:11 por Asaël Häzaq
Los nómadas digitales están cambiando el mundo con su estilo de trabajo flexible y de ensueño. Podría pensarse que viven la vida al máximo, con tiempo de sobra para vacaciones y ocio. Sin embargo, las realidades prácticas tienden a relativizar el ideal del nomadismo digital.

Aumenta el número de nómadas digitales en todo el mundo

El nomadismo digital se ha convertido en los últimos años en un modo de vida. Esta forma de trabajar ha ido en aumento desde la crisis sanitaria. En 2020, 10,9 millones de personas en todo el mundo se identificaban como nómadas digitales. A finales de 2022, esta cifra habrá aumentado a 35 millones. Los nómadas digitales suelen rondar la treintena, ganan una media de 120.512 dólares al año (unos 109.000 dólares) y trabajan más de 40 horas a la semana.

Mucho más que una forma de trabajar, el nomadismo digital es, de hecho, una forma de vida. Atrás quedan las limitaciones de las empresas tradicionales, con oficina física y horarios de trabajo. El nomadismo digital promete un estilo de vida "trabajo-vacaciones". Los países multiplican los visados adaptados a las necesidades de estos expatriados en busca de libertad. Portugal, Brasil, Bahamas, Costa Rica, Emiratos Árabes Unidos, España, Mauricio, Tailandia, etc., ya tienen los suyos. Corea del Sur y Japón también estudian crear sus propios visados para nómadas digitales.

Los gobiernos consideran que estos expatriados, al igual que los turistas, benefician a la economía local a través del consumo. Su empleo ya está garantizado, pues trabajan para empresas extranjeras (una de las condiciones para obtener el visado). Es una situación en la que todos salen ganando en un mundo en el que las fronteras se han convertido en algo meramente simbólico. Sin embargo, el gran número de nómadas digitales esconde una realidad que está más allá de nuestras ideas erróneas.

El coste de la vida como nómada digital

Puede que sueñe con vivir como nómada digital junto a la playa o en cualquier lugar exótico, pero aún así necesita poder entrar y permanecer en el país de sus sueños. Aunque es una formalidad, las solicitudes de visado pueden ser bastante restrictivas. Cada país tiene sus propias normas. Puede conceder un visado válido por un año o más o menos, renovable o no, que dé acceso a la residencia permanente o no. Por ejemplo, el visado para nómadas digitales de Georgia tiene una validez de un año, salvo para empresarios individuales registrados en el territorio con acceso a la residencia permanente. El visado para nómadas digitales de Islandia tiene una validez de 6 meses, mientras que el de Bahamas es válido por 1 año, renovable en cada caso hasta 3 años. Además de las restricciones del visado, es posible que tenga que cumplir el requisito de ingresos mínimos, seguro médico, situación fiscal, etc.

Hay alrededor de un 46% de nómadas digitales autónomos y un 35% de asalariados en todo el mundo. Es más fácil ser nómada digital cuando se trabaja por cuenta propia. El empleo tiene requisitos diferentes porque el empleado está vinculado a una empresa. No puede irse al país que quiera sin permiso de su empleador. Sin embargo, el empleador puede negarse a permitir el trabajo a distancia desde el extranjero porque implica costes para él (cotizaciones a la Seguridad Social, gastos profesionales, etc.).

En ambos casos, las cuestiones financieras pueden ser importantes. Tiene que asegurarse de tener suficientes clientes para seguir recorriendo el mundo. Le ayudaría estar seguro de que su salario será suficiente para cubrir el coste de su expatriación. Además del visado y el billete de avión, hay que tener en cuenta el coste de la vida (transporte, vivienda, comida, etc.). Estos costes aumentan debido a la inflación.

Un cambio de ritmo

La vida de ensueño de los nómadas digitales a veces eclipsa las obligaciones prácticas. ¿Cómo lidiar con el jet lag y los horarios de trabajo? ¿Cómo organizar el día y programar las citas? De nuevo, una planificación adecuada es esencial para anticipar el cambio de ritmo de vida y gestionar las relaciones con los clientes y su empresa. Su idealizado estilo de vida vacacional puede perderse en el tiempo dedicado a renovar visados, buscar alojamiento, gestionar horarios, etc.

Quizá el verdadero problema sea la imagen que se da del nomadismo digital. Durante la "fase de luna de miel", obviamente lo verá todo de forma positiva. La libertad de moverse de un país a otro a voluntad (suponiendo que tenga derecho a un visado) es una gran ventaja. Pero esta sensación puede ser temporal. A diferencia de los expatriados clásicos, que se instalan en un país (alquilan una vivienda permanente, encuentran un trabajo, etc.), los nómadas digitales no se instalan. Su actividad les permite llevar su trabajo allá donde vayan y vivir la aventura, siempre que su visado se lo permita y dispongan de los recursos financieros y la conexión a Internet necesarios). Un estilo de vida tan acelerado puede tener consecuencias.

Cuando los lugareños ya no quieran nómadas digitales a su alrededor

En 2022, alrededor del 69% de los nómadas digitales mostraron su intención de continuar con su vida aventurera durante 2 o 3 años más. Esta cifra no incluía a los que habían abandonado su aventura o a los que esta les había decepcionado.

Mientras los gobiernos cuentan con los nómadas digitales para impulsar sus economías, la población local a veces les culpa de aumentar los costes, especialmente los de la vivienda. Tal es el caso de Portugal, sumido en una crisis inmobiliaria que ha hecho inaccesibles ciertos barrios a la población local. Algunas empresas creen haber encontrado una solución creando "pueblos nómadas digitales", una especie de club de vacaciones que atiende las necesidades de los nómadas digitales. Pero incluso en este caso, los lugareños culpan a los nómadas digitales de cambiar su entorno habitual, sobre todo por el aumento constante de los precios. Creen que la creación de "zonas nómadas digitales" afecta a toda una localidad.

Lo mismo ocurre en México. El país es bastante popular entre los nómadas digitales, especialmente Ciudad de México, Playa del Carmen y Tulum. La subida de precios en estas ciudades no ha pasado desapercibida para los expatriados