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Pueblos encantadores al Noreste de Turquía: Safranbolu y la aldea Yoruk.
La especialidad local de esta población ubicada a 406 kilómetros de Estambul
es el azafrán. Esta cara especia que sólo puede ser cosechada una vez cada
dos años, en Turquía se utiliza para la preparación de sabrosos postres y
platos de la época otomana. El azafrán ha hecho célebre a esta ciudad del
Mar Negro a pesar de su ubicación geográfica.
Desde 1994, la ciudad de Safranbolu es Patrimonio de la Unesco, y no son
esos filamentos de color naranja la razón de este reconocimiento histórico.
Simplemente caminando por sus estrechas calles empedradas y decoradas con
casas de entramado de madera en Safranbolu se entiende que al igual que
Estambul este es uno de los lugares en Turquía que han logrado preservar las
huellas de su pasado.
Otra especialidad de la ciudad es la forja. Hay muchos artesanos que
trabajan el metal y lo convierten en cerraduras, tiradores de puertas u
objetos decorativos. Es fácil caer bajo el hechizo de esta extraordinaria
ciudad que fue una importante estación de caravanas en el comercio entre
Oriente y Occidente.
Safranbolu hoy en día es una ciudad muy turística, una casa de cada tres se
ha convertido en hotel o pensión, así que para descubrir las casas más
típicas y callejuelas poco concurridas es mejor pasar al cercano pueblo de
Yoruk.
Uno de los rinconcitos más agradables de esta aldea es el jardincito Yoruk
Sofrasi, respirando la agradable y tranquila atmósfera de esta aldea
mientras degustamos el delicioso ayran (bebida refrescante elaborada con
yogurt natural, agua y sal) servido en jarritas de cobre con el gozleme (una
especie de crep) relleno de patatas o queso y por supuesto después de saber
que el azafrán tiene muchas virtudes (como aumento de la memoria, bueno para
la piel y mejora del apetito sexual) hay que degustar la típica y sabrosa
bebida elaborada con azafrán .
A lo largo de sus callejuelas empedradas se pueden ver los grandes nogales y
los pequeños huertos rodeados por muros de piedra que componen las antiguas
casas de Yoruk. La gente que pasa arriba y abajo de la empinada y estrecha
calle intercambia saludos constantemente. Es evidente, que en esta pequeña
aldea todo el mundo se conoce. En Yoruk se puede visitar una casa museo
donde se ven los usos y costumbres del día a día. El agua se calienta al
fuego, se fuma narguile y el abuelo refugiado en el último piso de la casa
solo tiene que dar un golpe en el suelo para que le suban su café.
Desde la casa Sipahi Konagi que fue abierta al público en 1999 se pueden ver
otras de tipo tradicional turco otomano y similares a las de Anatolia y los
Balcanes. En la estancia principal por encima de los grandes armarios de
madera corre alrededor de las paredes un friso de decoración pintada. Aunque
las casas más antiguas en el pueblo se construyeron en el siglo XVII, la
mayoría datan de finales del s. XIX. Los techos son altos y los pisos de
madera, de las ventanas cuelgan estores decorados con cenefas de bolillo o
ganchillo.
Los armarios de madera a veces sirven no sólo para la ropa, sino para
guardar los colchones y ropa de cama durante el día, por lo que se produce
una transformación de dormitorio en la sala de estar. Oculto dentro de un
armario hay un pequeño lavabo-ducha, conocido como yunmalık, y cada
habitación tiene una chimenea. Este multifuncional concepto deriva de la
cultura nómada de este pueblo que en la época en que las familias numerosas
convivían bajo un mismo techo con los abuelos, tíos, tías y primos daba a
los miembros individuales de la familia la posibilidad de establecerse en
diferentes espacios en la casa.
Las viviendas de las casas se encuentran en los pisos superiores, la planta
baja está ocupada por un área cubierta utilizada para diversas tareas
domésticas, cocina, salas de almacenamiento y establos. Dependiendo de la
prosperidad del dueño de la casa, en la parte superior de los muros de la
sala principal habrá un bajorrelieve decorativo, así como en la biblioteca y
en la sala de oración. El número de ventanas e incluso la anchura de los
suelos son indicadores del poder económico de la familia. Los habitantes del
pueblo fieles a sus orígenes trazan su árbol genealógico que termina en una
rama de los Oğuz o primeros turcos colonos de Anatolia.
A fines del s. XIX los más ricos terratenientes y los agricultores de la
comunidad comenzaron a establecerse como comerciantes en Estambul, fundando
empresas productoras de confitería, pastelería y panadería (helva, simit,
borek).
Es casi imposible salir del pueblo sin haber echado en nuestra maleta una de
las delicias del pueblo, la miel recolectada en los grandiosos bosques que
rodean la zona. Deliciosa!