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Los desafíos son diferentes para distintas personas en diferentes países, dependiendo de la cultura de la que provengan. Algunos pueden enfrentarse a diferentes culturas alimenticias y deben adaptar sus cuerpos. En cambio, otros tienen que acostumbrarse a la puntualidad y la organización del horario diario de los locales, o, por el contrario, a su tranquilidad. Cómo conducen o viajan las personas también puede ser un desafío para algunos, al igual que entender los sistemas administrativos y de atención médica. En este artículo, expatriados de todo el mundo nos hablan sobre sus desafíos diarios y cómo los han superado o planean hacerlo.
Superar la barrera del idioma
Para Oli, una expatriada dominicana en Eindhoven, el mayor desafío en los Países Bajos actualmente es el idioma local, el neerlandés. "Como hablo inglés en todas partes, con mi esposo o en el trabajo con mis amigos, realmente no tengo la oportunidad de usar este idioma. Realmente quiero hablarlo, lo cual es todo un desafío después de dos años y medio en este país. Además, es una de mis buenas resoluciones para 2024. Quiero practicar tanto como sea posible y sentirme cómoda hablando neerlandés con los locales".
Enfrentar el sistema de atención médica
Laura, una expatriada en Ámsterdam, considera que es muy difícil encontrar un desafío real en Ámsterdam porque la calidad de vida es excelente y la ciudad está muy bien organizada y es acogedora para todos. "Pero una de las cosas es que el sistema de salud no es tan eficiente como el de España. Es bastante desafiante. Debes suscribirte a un seguro de salud privado porque la seguridad social no cubre todo, y es muy caro. Además, en caso de problemas de salud, debes consultar a un médico de cabecera antes de tener acceso a un especialista adecuado para tu problema, lo cual es mucho más sencillo en España".
Burocracia compleja y transporte
Para Alexandra, una expatriada en Roma, uno de los desafíos fundamentales fue la burocracia, especialmente al solicitar un permiso de residencia en Italia. "Todos saben que Italia no es el mejor país en cuanto a simplicidad administrativa. Aunque las cosas han mejorado en los últimos 8 o 10 años, ha habido poca o ninguna digitalización. Entonces tenías que saber a qué oficina ir y cómo hacer las preguntas correctas. E incluso si sabías todo eso, nadie tenía la misma información". Al hablar con otros expatriados que enfrentaban los mismos problemas, Alexandra se dio cuenta de que a una persona le pedían un documento específico y a otra no. "Para mí, el desafío fue saber en qué orden hacer las cosas. Básicamente, para obtener mi residencia y acceder a la seguridad social italiana, me dijeron que debía tener un contrato de trabajo. Sin embargo, en mi trabajo en ese momento, para tener un contrato real y poder renovarlo, me pedían una dirección de residencia permanente con un certificado".
Otro desafío personal que Alexandra está tratando de superar es conducir un automóvil. "Soy titular de una licencia de conducir de Francia desde que tenía 18 años. Aprendí a conducir en un tranquilo pueblo en Normandía. Pero el estilo de conducción de los italianos, y más específicamente, de los romanos, me asusta mucho". En 8 años, aún no se ha atrevido a conducir un automóvil aquí. "Muchos han aceptado el desafío y han tenido éxito; otros han tenido algunos accidentes más o menos graves. Es cierto que realmente no lo necesito, aunque el transporte público tampoco es perfecto (otro desafío diario que merece un artículo dedicado), siempre encuentro una manera de viajar de A a B de manera más o menos fácil. Lo mismo sucede con la bicicleta porque la ciudad carece de carriles para bicicletas y los automovilistas no están acostumbrados a tener bicicletas en la carretera, lo que puede ser peligroso. En 2024, me gustaría encontrar el coraje para superar esto y aprender a conducir como una verdadera romana".
Alimentación adecuada
Para Riccardo, un expatriado en Dublín, uno de los principales desafíos es comer bien. "Puede sonar gracioso para los forasteros, pero en Irlanda, la calidad de la comida en general y lo que puedes encontrar en los supermercados es diferente de lo que estaba acostumbrado en Italia. He tenido suerte porque tengo buen gusto y puedo reconocer frutas y verduras de buena calidad. De hecho, cuando llegué a Irlanda, una de las primeras cosas que otros expatriados me dijeron fue que ganaría peso". Riccardo no lo entendió del todo hasta algunas semanas después. "Los buenos restaurantes son muy caros, hay mucha comida rápida, la cultura gastronómica no es realmente una prioridad para los irlandeses y se puede sentir. Así que he desarrollado técnicas como pedir productos buenos en línea, ir a mercados orgánicos aunque estén lejos de casa y, sobre todo, cocinar en casa tanto como sea posible. Es difícil porque trabajo mucho, ¡pero me apego a ello!"
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