Kotel

Actualizado 2011-10-14 07:57

Una hoja de papel a veces se transforma en un muro.

A veces puedes escupir un grafiti, otras permanece en silencio en la orfandad de palabras escritas.

En ocasiones se nos presenta íntegra en su desnudez y nos atrevemos a garabatear temblorosos un poema.

A veces es un espejo donde mirarnos a través del desahogo.

Pero hoy es un muro especial, donde una vez terminado el mensaje, la doblaré en dos y otra vez en dos y así seguiré plegándola hasta que quede diminuta en apariencia y pueda introducirla en este Muro al que todos llegan alguna vez a pedir o agradecer.

'Ya ves, estoy aquí, pero sabes que para mí nada te pediré, reiniciaré mi vida en esta Tierra con las cicatrices aún abiertas del pasado reciente, y también con las esperanzas por llegar y con las lógicas incertidumbres del presente.

Pero a ellos, a los míos, los que he arrastrado a esta aventura, como aferrándome a un salvavidas, a ellos acompáñalos, da una pequeña muestra cuando seas necesario de que no has sido en todos estos años un producto más del marketing, de ebrios que imaginaron milagros, de gobernantes que provocaron muertes en tu nombre para que sigas vivo. Que ese best seller que durante siglos continúa primero en ventas, es más que palabras'.

Ya colocado el pequeño papel, apoyo mi mano sobre el Muro y mi frente sobre mi mano y cierro los ojos, buscando esa lucecitas calidoscópicas -que de niño aprendí a descubrir al presionar mis dedos sobre el entrecejo- y me quedo así un instante atemporal con la mente en blanco.

Me retiro de frente dando pasaos hacia atrás, mientras contemplo a quienes cantan y rezan y van introduciendo sus hojas de papel.

Juan Zapato©

¹ Muro occidental del segundo Templo en la ciudad sagrada de Jerusalén, mal llamado Muro de los Lamentos.

http://juglarias.wordpress.com

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